lunes, 16 de septiembre de 2019

Historia oculta de un Ronin.

Historia oculta de un Ronin.

Todo empezó por allá en un siglo mejor que los que están por venir...
Nací en aquel país del sol naciente, en aquel país de la espada que aún vive en mi mente...y tal vez solo allí.

Hijo de la hija mayor de mi abuelo, mi madre, una mujer distinta a todas aquellas que aceptaron un destino en el cual no serían nadie sin un hombre a su lado, siempre se caracterizó por su carácter amable y compasivo, fanática del orden en todo sentido y abiertamente libre pensadora, eso si, siempre respetuosa de las tradiciones y de la fe de sus ancestros, espiritual a mas no poder y practicante de aquella magia antigua que radica en la fe individual, mi madre fue ejemplo de fortaleza desde muy pequeña allá en la aldea donde nació en las montañas a las afueras de la gran ciudad, mi abuelo le enseño a leer y a escribir en la casa en la montaña, decía que ninguno de sus descendientes debería ver el mundo sin antes aprender a leer, escribir y expresarse correctamente fuese hombre o mujer, y en eso mi madre fue la mejor de entre 13 hijos, y tal vez... la Única.

Muy joven ella visito Tokio en compañía de mi abuelo, un hombre que había visto y participado de conflictos en todo Japón aun sin ser un Samurái, siempre a favor del Emperador, fue soldado del ejército imperial muy joven, hizo fortuna en las montañas buscando tesoros y alquilándose para entrenar a otros en el arte de la guerra, siempre porto una espada, nunca nadie supo de donde la obtuvo, era una katana bellísima, alguna vez me enseño algunas cosas sobre su manejo y me permitió tenerla y practicar un poco con ella, cuando el murió, la espada paso a manos de sus otros hijos, los hermanos y hermanas de mi madre, todos sin ninguna pasión por las espadas, menos por la guerra, todos sin experiencia alguna en el combate y sin la más mínima intención de usar una espada para abrirse camino en este mundo, así termino una espada que había defendido a toda una familia y quien sabe que aventuras más habrá tenido, en manos de personas ajenas a toda su mística y poder, tal vez guardada para presumir en ridículas reuniones sociales con sus  aún más ridículas amistades, un regalo de los Dioses en manos de cobardes.

En aquel viaje a la ciudad mi madre conoció a quien sería mi padre, un servidor público, para ese momento mi madre contaba con 19 años y era prácticamente la maestra de todos los niños de la aldea en las montañas, les enseñaba a leer y a escribir, también sobre historia y arte, plantar y cultivar alimentos y algo de caza, pesca y cocina, todo lo que había aprendido de mi abuelo quien había viajado de un extremo a otro de Japón e incluso había visitado China y Corea en una de sus aventuras y otro país que estaba muy al occidente del que decía no recordar el nombre pero era una raza distinta de hombres guerreros muy altos con barba y que navegaban en barcos gigantes y tenían espadas muy pesadas, mi abuelo visitaba Tokio por cuestiones de negocios y había llevado a mi madre no solo por ser la mayor de todos sus hijos sino también por ser la única capaz de desenvolverse en un sitio así, mientras mi abuelo visitaba a antiguos compañeros del ejército y a otros socios cercanos, mi madre visitaba una biblioteca apenas a 3 metros del lugar en donde mi abuelo mantenía su reunión, allí en la biblioteca conoció a los dueños, un matrimonio cercano a los 50 años, sin hijos, mi madre les contó de su pasión por la lectura, y por cosas de los Dioses termino aceptando un empleo en aquella biblioteca, no sin antes pedir el respectivo permiso a mi abuelo, quien haciendo las respectivas advertencias acepto sin mostrar felicidad ni molestia.

Mi madre trabajo 3 meses en la biblioteca y fue en ese momento cuando conoció allí mismo a mi padre, un hombre con un trabajo algo relacionado con la recaudación de algunos impuestos, jamás le pregunte que era realmente lo que hacía, nunca me intereso, solo supe que le gustaba el arte de la caligrafía y la pintura, iniciaron una relación secreta al poco tiempo de conocerse, eso me comento mi madre, y también al poco tiempo ella quedo embarazada, todo lo que vino después fue un mar de lágrimas para ella, mi padre de quien nadie sabía mucho partió de Tokio dejando una carta a mi madre al mes de embarazo argumentando problemas con la ley y tener que huir por su vida para nunca más volver a aparecer, mi abuelo decidió retirarle la palabra por des-honrarlo y volver con un hijo sin padre, vivió sola con muy poca ayuda hasta mi nacimiento, muy pocas personas concretamente algunas mujeres de la aldea madres de los niños a quien enseñaba la ayudaron y visitaron en Tokio, los dueños de la biblioteca la acogieron como una hija durante 18 meses a partir del embarazo, hasta que un día entro mi abuelo por la puerta de la biblioteca preguntando por mi madre y diciendo que quería conocer a su nieto, los dueños de la biblioteca le invitaron a pasar, allí ese día mi madre y mi abuelo se reconciliaron , tenía yo 10 meses y cuenta mi madre que mi abuelo me levanto y miro a los ojos y dijo: "Es un hombre y me mira fijamente, y eso es suficiente señal para mí", invitó a mi madre a volver a la casa paterna cuando quisiera, pero mi madre dijo que quería educarme en la ciudad, allí en la biblioteca, en donde por cierto ella se había estado especializando en textos en otros idiomas con los dueños del lugar quienes habían viajado bastante por el mundo y tenían una vasta colección de libros tanto de oriente como de occidente, ella acordó con mi abuelo llevarme cada invierno a las montañas para aprender con el, el arte de la espada, el combate cuerpo a cuerpo, la caza y la pesca y demás funciones propias de un hombre de este tiempo, mientras tanto permanecería con ella en Tokio.

Así transcurrió el tiempo entre inviernos en las montañas desde que tuve 4 años bajo la tutoría de mi abuelo y en la biblioteca con mi madre aprendiendo sobre infinidad de temas e idiomas, así fue mi vida hasta que cumplí 14, para ese momento era ya un hombre que sabía leer y escribir correctamente, y expresarme de la forma adecuada, sabia plantar y cultivar mis alimentos, sabia cocinar y tenía los conocimientos apropiados en el arte de la espada, las artes marciales y la supervivencia en la naturaleza, todo esto gracias a mi madre y mi abuelo, solo puedo recordarlos a ellos, los demás miembros de la familia siempre fueron invisibles para mí y mi madre, a esa edad, mis 14 años decidí empezar a recorrer Japón y en contra de las recomendaciones de mi madre y los consejos de mi abuelo, me uní a una compañía de hombres que gustaban de ir viajando por Japón buscando aventuras a quienes había conocido en el mercado local cuando discutían entre ellos de si viajar al este o al oeste, y que rutas tomar y demás asuntos, algo había aprendido entre tantos libros y decidí entrometerme en la conversación y dar una muestra de mis conocimientos de geografía, cultura e historia, habían quedado impresionados y decidieron invitarme a viajar con ellos, dijeron que mis conocimientos les resultarían muy útiles, y así fue, me uní a esa compañía de aventureros compuesta por Ronins y algunos marineros y ex soldados como mi abuelo, duramos un año recorriendo Japón, buscando y viviendo aventuras, la única condición para poder unirme a su compañía era tener mi propia espada, y desafortunadamente no tenía una, siempre había practicado con espadas de madera y muy pocas veces con la de mi abuelo, así que decidí hacerme con una espada como fuera no importaba lo que tuviera que hacer para obtenerla, decidí empacar todas mis cosas una noche, e ir a un templo que conocía en Tokio, allí había visto espadas y decidí tomar una de ellas para mí, espere a que cayera la noche y me dirigí hacia el templo, afortunadamente no había guardias cerca y afortunadamente nadie en Tokio estaba tan loco como para robar una espada de un templo excepto yo, así que me deslice entre las sombras y obtuve mi tan preciada compañera.

"Mi necesidad de transformar la realidad, era una necesidad urgente, tan importante como las 3 comidas diarias o dormir."
Yukio Mishima.

Luego de un año de aventuras volví a Tokio, a la biblioteca, allí gracias a los Dioses estaba mi madre, siempre radiante y serena quien me recibió con brazos abiertos como siempre lo había hecho desde que vine a este mundo, y yo volví con muchas historias, muy poco dinero y nada más que una espada que había visto y vivido aventuras increíbles, la pareja de ancianos dueños de la biblioteca a quienes yo apreciaba como unos abuelos me recibieron como quien vuelve de una guerra y me obsequiaron varios libros sobre guerra y aventuras, estos serían mi deleite en los próximos días por vivir en Tokio, al llegar el invierno decidí ir a las montañas como siempre para visitar a mi abuelo, lo encontré un poco enfermo, pero el decía que era pasajero, 5 inviernos después eso que él llamaba pasajero lo llevo al mundo en donde habitan nuestros ancestros y los Dioses, tuve la fortuna de despedirme de  el pocos días antes de morir, guarde silencio en su funeral, y así mismo me fui de esa montaña para nunca más volver, ya nada tenía que hacer allí.

Ya instalado en Tokio era reconocido no solo por ser el muchacho de la biblioteca sino uno de los más versados en temas de guerra, armas, historia, política, arte, geografía,  magia y ocultismo, entre otros, mi vida habían sido los libros y Tokio, los libros y salir a la naturaleza a practicar siempre lo aprendido, y así llegue a mis 20 años, sin hijos, sin esposa, sin fortuna y con mucho conocimiento, aunque aún no sabía ni en que emplearlo, un día en una de mis visitas al río cercano a las montañas, conocí a un hombre que gustaba de la lucha y las artes marciales y apostaba dinero a su favor siempre peleándose contra pescadores locales, iniciamos una conversación cuando me acerque y lo felicite por una lucha que había tenido contra dos pescadores, le comente que también practicaba las artes marciales, pero que me gustaría aprender más de alguien como él, y allí comenzamos una amistad que duraría muchos años, yo le enseñaba sobre todo lo que conocía y el me enseñaba todos los métodos de lucha que había aprendido, le gustaba el alcohol y las mujeres eran su debilidad, pero en el combate era el más fuerte y hábil que yo haya visto, y así aprendiendo el uno del otro por espacio de un año, decidimos salir a ver de nuevo Japón y ver que otras aventuras nos ofrecía.

"Las armas y las letras pueden recorrer caminos aislados temporalmente, pero al final tienen que converger en una misma vía." 
Yukio Mishima.

Me despedí de mi madre y de los viejos de la biblioteca con la promesa de volver esta vez un poco más sabio y tal vez, solo tal vez con algunas monedas de más en mis bolsillos y menos cicatrices que aquella primer vez que salí a ver el mundo, así emprendimos la marcha mi amigo y yo, y a los 2 días de camino sucedió algo que cambiaría nuestras vidas para siempre, dormitábamos a un lado del camino cuando escuchamos caballos, y decidimos ver que sucedía, y allí en el camino había un joven que corría hacia nosotros y miraba hacia atrás perseguido por 2 hombres a caballo quienes alistaban sus arcos y flechas para darle muerte, instintivamente mi amigo lo tomo por el brazo y lo lanzo a un lado del camino tomando su espada y enfrentándose a los jinetes armados, yo reaccione y saque mi espada y puse al hombre detrás mío, el combate fue corto yo diría que fugaz, mi amigo derribo al primer jinete con su espada esquivando las flechas y yo con mi katana había cortado el paso del otro de dos movimientos muy rápidos, ambos yacían muertos a nuestros pies, y nuestro asustado protegido nos veía desde el suelo agitado y sin poder casi respirar, cuando recobro el aliento nos contó su historia, era el hijo de un señor muy importante de una aldea cercana y había sido secuestrado por esos bandidos quienes ya estaban decididos a darle muerte cuando decidió escapar y así fue que llego a donde estábamos nosotros.

Ambos fuimos invitados por el a su aldea, no sin negar que esperábamos una generosa recompensa por nuestra acción, y efectivamente así fue, aquel muchacho que salvamos era el hijo del señor y maestro de esa aldea y tenía a su servicio 16 Samuráis expertos veteranos de muchos conflictos, el señor nos recibió amablemente en su aldea, nos invitó a cenar y allí nos agradeció no solo con dinero sino con una propuesta de trabajo, seriamos los escoltas personales de su hijo y tendríamos la oportunidad de aprender con él y los demás Samuráis, así fue como inmediatamente aceptamos y empezamos a servir a nuestro nuevo maestro y señor y su hijo, así transcurrieron 5 años, contaba  yo con 25 años cuando el hijo de nuestro maestro decidió irse de viaje a ver el mundo y llevo con él una escolta de 4 Samuráis de confianza, queríamos ir con el pero nuestro maestro nos pidió que nos quedásemos para otros asuntos de mayor importancia, su hijo dijo el, estaría bien protegido y además ya era un hombre que podía defenderse incluso solo.


Los siguientes 5 años fueron de entrenamiento y aprendizaje intenso al lado de nuestro maestro, me recordaba en muchas cosas a mi abuelo y era lo más cercano a un padre que había tenido en todo este tiempo, me hablaba como a un hijo y se sentaba largas horas a escuchar con atención sobre todos aquellos temas de los que yo había aprendido en la biblioteca en Tokio, así fue que me convertí en su más cercano consejero y escolta, esto despertó envidias entre algunos Samuráis, pero nunca paso de allí, mi maestro admiraba a mi amigo en el combate y lo respetaba como un gran guerrero y decía que a hombres como él no los hacían los Dioses todos los días y yo sabía que eso era cierto, en la lucha no había ningún otro como el, no era muy inteligente con temas de estudio, pero tenía buen instinto y era el mejor con la espada y con las manos, gustaba de embriagarse y de la compañía de las mujeres, pero siempre cumplía con su deber y decía "estas mujeres me van a matar un día de estos."  Llegamos a convertirnos en los más fieles y cercanos a nuestro maestro tanto así que jamás olvidare aquel día en que nos llamó ante su presencia y delante de otros Samuráis nos entregó dos espadas a cada uno y nos llamó sus mejores Samuráis, así nos había nombrado nuestro maestro, ¡Samuráis!, el más alto honor al que hubiesen podido aspirar dos aventureros sin futuro.

"Una promesa es un concepto vago hasta el momento en que entra en juego el concepto de lealtad."
Yukio Mishima.

Pero la felicidad es fugaz y así como el sol naciente se eleva hasta lo más alto, así mismo desciende y desaparece, traiciones internas promovidas por Samuráis ambiciosos y comprados por otro señor rival, urdieron una trama para asesinar a nuestro maestro y así fue, el día que su hijo retornaba de viaje él nos envió a recibirlo, mientras los cobardes aprovecharon y lo mataron a traición, nunca pudimos perdonarnos el haberlo dejado solo, aun cuando fue una orden tajante de ir a proteger a su hijo en su llegada. Después de la muerte de nuestro maestro esperábamos que su hijo tomara las riendas y ejerciera una venganza terrible en la cual estábamos dispuestos a entregar nuestra propia vida, pero no fue así, reunió a los pocos Samuráis leales que quedaban y les dio a cada uno dinero y algunos bienes, les agradeció su servicio y los dejo a su libre albedrío, con nosotros hizo lo mismo, solo que a nosotros nos entregó un poco más de dinero y unos caballos cargados de otras cosas, se despidió y así sin más, se marchó para nunca más ser visto. Mi amigo y yo quedamos sin palabras y con un sentimiento de tristeza que me acompaña hasta hoy, ya no teníamos maestro, ya no éramos Samuráis, ahora éramos Ronins.

Decidimos regresar a Tokio a ofrecer nuestros servicios y a alquilar nuestras espadas ya no importara a quien, no sin antes jurar que vengaríamos a nuestro señor de una forma u otra y que nuestro mercenariato sería solo un camino para obtener nuestra venganza. Así nos pusimos al servicio de mercaderes, turistas, y demás personajes que buscaban la rápida y efectiva protección de dos hombres hábiles con la espada, así transcurrió un año, entre ser un empleado de la necesidad de protección de otros y eternas charlas con mi madre en la vieja biblioteca, ella mi madre por fortuna seguía con vida, aunque los años ya habían hecho lo suyo en ella y aunque aún activa, ya no era la misma mujer que recordaba a mis 14. Todo dio un giro inesperado cuando en una de sus correrías por los burdeles de Tokio mi amigo cayó bajo una emboscada de viejos enemigos suyos a quienes el ya daba por muertos, cuando recibí la noticia salí corriendo hasta el lugar en donde yacía su cuerpo, y ahí lo encontré con un montón de flechas clavadas y su katana aun en su mano derecha, las lágrimas acudieron de inmediato a mi rostro, pero las limpie con rapidez, pregunte por los causantes y nadie me dijo nada, tome su cuerpo y lo lleve en un caballo a lo alto de la montaña allí, entre llanto y juramentos de venganza, lo sepulte con sus espadas, un funeral solitario solo para él y para mí, digno de un guerrero y su mejor amigo, ahora no solo era un Ronin, ahora era un Ronin solitario, ya no tenía maestro, ni amigo, solo me acompañaba el deseo de venganza y autodestrucción.

"Las mujeres pompas de jabón, el dinero pompas de jabón, la fama pompas de jabón, los reflejos sobre las pompas de jabón son el mundo en el que vivimos." Yukio Mishima.


Dedique mis siguientes dos años a ir de aquí para allá, me inicie en toda clase de vicios, ya nada tenía sentido para mi excepto, la lujuria, el juego, la guerra, el kaos era mi ambiente natural, descuide mi apariencia y hasta abandone mis amadas lecturas, fueron dos años de entregarme a hacer de mi aquello que alguna vez desprecie, un hombre de vida licenciosa sin ningún propósito honorable. Pero los Dioses tenían otros planes para mí, aunque a veces dudo de sus buenas intenciones, ya que nuevamente aprendería una lección a través del dolor, después de ir y venir, de mujeres y conflictos, de aventuras y peligros, de vicios y personajes cada vez más desagradables, en una de mis acostumbradas caminatas a las montañas para entregarme a el vicio de pensar sobre lo irremediable, me encontré con una bella mujer, o mejor dicho, ella me encontró a mí, ahí tirado al lado de una roca sujetando mi espada con una mano y en la otra una botella de sake, me pregunto qué hacia allí solo, yo atine a responder "muriendo"... y ella soltó una carcajada increíblemente encantadora, fue como un hechizo, me hizo sonreír sinceramente después de mucho tiempo, y de inmediato mi cerebro hecho mano de todo mi conocimiento para hacer que esa carcajada retumbara nuevamente en la montaña, y así comenzó una historia de algo que no sé si haya sido amor, pero era algo que me hacía muy, muy feliz, como nunca antes lo había sido.

Los siguientes 3 años fueron eso, hacerla reír y reírme, sentir felicidad, sentir que en realidad solo eso le importaba , que la hiciera reír, sabia mi historia, sabía que estaba en la ruina, sabia de mis tristezas, sabia a que me dedicaba para sobrevivir y no le importaba, solo le importaba sonreír a mi lado, fueron 3 años de viajes, charlas, sonrisa y felicidad, embriagarnos y reírnos del mundo era nuestro vicio favorito, un mundo nunca antes explorado y conocido por mí, por un Samurái sin amo, por un Ronin que todo lo que había conocido eran mujeres pasajeras, pasiones de una noche y combatir a muerte. Y así un día como llego mágicamente, así mismo desapareció, dejándome una carta, con razones que no plasmare aquí, deseándome lo mejor, sin saber que ella era lo mejor que le había pasado a alguien como yo, a un Ronin. A veces pienso que no fue real, que fue producto de un hechizo, una ilusión de algún espíritu siniestro que quería burlarse de mi, que ya tal vez todo era producto de mi imaginación debido a tanta muerte y sangre, que era una bruja que se divertía mucho con mi locura y así debía desaparecer para enseñarme una lección, una lección que aun no comprendo.

"Es absolutamente erróneo suponer que los demás están en condiciones de comprender nuestros sentimientos más profundos. Amar es buscar y ser buscado al mismo tiempo."
Yukio Mishima.

Decidí seguir caminando, ofreciendo mi espada ya no a quien la necesitase sino a quien lo mereciera, nuevamente un Ronin en el camino, nuevamente solo, en busca de un retorno a aquel mundo que solo existe en mi cabeza, y en busca de otro honorable Ronin que la corte cuando llegado el momento del sepuku escriba mis últimas palabras, no sin antes haber completado mi venganza, para poder mirar en ese otro mundo a mi maestro y a mi amigo a los ojos y decir que nuestro honor está a salvo. Pido a los Dioses morir en combate todos los días, pero al parecer no me escuchan, porque sigo saliendo victorioso y es un sentimiento frustrante cuando no tienes con quien compartir tu victoria, ya veremos si los Dioses me escuchan o tendré que acabar con mi existencia por mi propia mano, pero con mi honor intacto, mientras tanto seguiré en mi ambiente natural, aquel kaos que todo me lo ha traído y todo se lo ha llevado. 
Los días de los Samuráis están llegando a su fin, vienen nuevos vientos de occidente y al parecer nuestras espadas ya no son necesarias en el mundo moderno, me uniré a uno de los últimos grupos de resistencia Samurái dispuestos a morir por su honor, espero que los Dioses escuchen mi petición, ya sea una muerte gloriosa, o encontrar a alguien digno de cortar mi cabeza.

El camino del guerrero es un camino solitario, aun cuando se obtiene compañía a lo largo del viaje, siempre se llega solo a destino. Solo el recuerdo queda de una época mejor en todo sentido.

"Claro está que vivir no es más que el caos de la existencia y más aún, es el afán loco y erróneo de ir desmantelando instante a instante la existencia hasta ver restaurado el caos inicial."
Yukio Mishima.

En memoria de Hombres y Mujeres Honorables...y de mejores tiempos. 21:30.

Diego A. Proscrito.
kentaurdosmedias@gmail.com