Historia oculta
de un Ronin.
Todo empezó por allá
en un siglo mejor que los que están por venir...
Nací en aquel
país del sol naciente, en aquel país de la espada que aún vive en mi mente...y
tal vez solo allí.
Hijo de la hija
mayor de mi abuelo, mi madre, una mujer distinta a todas aquellas que aceptaron
un destino en el cual no serían nadie sin un hombre a su lado, siempre se caracterizó
por su carácter amable y compasivo, fanática del orden en todo sentido y
abiertamente libre pensadora, eso si, siempre respetuosa de las tradiciones y
de la fe de sus ancestros, espiritual a mas no poder y practicante de aquella
magia antigua que radica en la fe individual, mi madre fue ejemplo de fortaleza
desde muy pequeña allá en la aldea donde nació en las montañas a las afueras de
la gran ciudad, mi abuelo le enseño a leer y a escribir en la casa en la montaña,
decía que ninguno de sus descendientes debería ver el mundo sin antes aprender
a leer, escribir y expresarse correctamente fuese hombre o mujer, y en eso mi
madre fue la mejor de entre 13 hijos, y tal vez... la Única.
Muy joven ella
visito Tokio en compañía de mi abuelo, un hombre que había visto y participado
de conflictos en todo Japón aun sin ser un Samurái, siempre a favor del
Emperador, fue soldado del ejército imperial muy joven, hizo fortuna en las
montañas buscando tesoros y alquilándose para entrenar a otros en el arte de la
guerra, siempre porto una espada, nunca nadie supo de donde la obtuvo, era una
katana bellísima, alguna vez me enseño algunas cosas sobre su manejo y me permitió
tenerla y practicar un poco con ella, cuando el murió, la espada paso a manos de
sus otros hijos, los hermanos y hermanas de mi madre, todos sin ninguna pasión
por las espadas, menos por la guerra, todos sin experiencia alguna en el
combate y sin la más mínima intención de usar una espada para abrirse camino en
este mundo, así termino una espada que había defendido a toda una familia y
quien sabe que aventuras más habrá tenido, en manos de personas ajenas a toda
su mística y poder, tal vez guardada para presumir en ridículas reuniones sociales
con sus aún más ridículas amistades, un
regalo de los Dioses en manos de cobardes.
En aquel viaje a la ciudad mi madre conoció a quien sería mi padre, un servidor público, para ese momento mi madre contaba con 19 años y era prácticamente la maestra de todos los niños de la aldea en las montañas, les enseñaba a leer y a escribir, también sobre historia y arte, plantar y cultivar alimentos y algo de caza, pesca y cocina, todo lo que había aprendido de mi abuelo quien había viajado de un extremo a otro de Japón e incluso había visitado China y Corea en una de sus aventuras y otro país que estaba muy al occidente del que decía no recordar el nombre pero era una raza distinta de hombres guerreros muy altos con barba y que navegaban en barcos gigantes y tenían espadas muy pesadas, mi abuelo visitaba Tokio por cuestiones de negocios y había llevado a mi madre no solo por ser la mayor de todos sus hijos sino también por ser la única capaz de desenvolverse en un sitio así, mientras mi abuelo visitaba a antiguos compañeros del ejército y a otros socios cercanos, mi madre visitaba una biblioteca apenas a 3 metros del lugar en donde mi abuelo mantenía su reunión, allí en la biblioteca conoció a los dueños, un matrimonio cercano a los 50 años, sin hijos, mi madre les contó de su pasión por la lectura, y por cosas de los Dioses termino aceptando un empleo en aquella biblioteca, no sin antes pedir el respectivo permiso a mi abuelo, quien haciendo las respectivas advertencias acepto sin mostrar felicidad ni molestia.
En aquel viaje a la ciudad mi madre conoció a quien sería mi padre, un servidor público, para ese momento mi madre contaba con 19 años y era prácticamente la maestra de todos los niños de la aldea en las montañas, les enseñaba a leer y a escribir, también sobre historia y arte, plantar y cultivar alimentos y algo de caza, pesca y cocina, todo lo que había aprendido de mi abuelo quien había viajado de un extremo a otro de Japón e incluso había visitado China y Corea en una de sus aventuras y otro país que estaba muy al occidente del que decía no recordar el nombre pero era una raza distinta de hombres guerreros muy altos con barba y que navegaban en barcos gigantes y tenían espadas muy pesadas, mi abuelo visitaba Tokio por cuestiones de negocios y había llevado a mi madre no solo por ser la mayor de todos sus hijos sino también por ser la única capaz de desenvolverse en un sitio así, mientras mi abuelo visitaba a antiguos compañeros del ejército y a otros socios cercanos, mi madre visitaba una biblioteca apenas a 3 metros del lugar en donde mi abuelo mantenía su reunión, allí en la biblioteca conoció a los dueños, un matrimonio cercano a los 50 años, sin hijos, mi madre les contó de su pasión por la lectura, y por cosas de los Dioses termino aceptando un empleo en aquella biblioteca, no sin antes pedir el respectivo permiso a mi abuelo, quien haciendo las respectivas advertencias acepto sin mostrar felicidad ni molestia.
Mi madre trabajo
3 meses en la biblioteca y fue en ese momento cuando conoció allí mismo a mi
padre, un hombre con un trabajo algo relacionado con la recaudación de algunos
impuestos, jamás le pregunte que era realmente lo que hacía, nunca me intereso,
solo supe que le gustaba el arte de la caligrafía y la pintura, iniciaron una relación
secreta al poco tiempo de conocerse, eso me comento mi madre, y también al poco
tiempo ella quedo embarazada, todo lo que vino después fue un mar de lágrimas
para ella, mi padre de quien nadie sabía
mucho partió de Tokio dejando una carta a mi madre al mes de embarazo
argumentando problemas con la ley y tener que huir por su vida para nunca más
volver a aparecer, mi abuelo decidió retirarle la palabra por des-honrarlo y
volver con un hijo sin padre, vivió sola con muy poca ayuda hasta mi
nacimiento, muy pocas personas concretamente algunas mujeres de la aldea madres
de los niños a quien enseñaba la ayudaron y visitaron en Tokio, los dueños de
la biblioteca la acogieron como una hija durante 18 meses a partir del
embarazo, hasta que un día entro mi abuelo por la puerta de la biblioteca
preguntando por mi madre y diciendo que quería conocer a su nieto, los dueños
de la biblioteca le invitaron a pasar, allí ese día mi madre y mi abuelo se
reconciliaron , tenía yo 10 meses y cuenta mi madre que mi abuelo me levanto y
miro a los ojos y dijo: "Es un hombre y me mira fijamente, y eso es suficiente
señal para mí", invitó a mi madre a volver a la casa paterna cuando quisiera, pero
mi madre dijo que quería educarme en la ciudad, allí en la biblioteca, en donde
por cierto ella se había estado especializando en textos en otros idiomas con
los dueños del lugar quienes habían viajado bastante por el mundo y tenían una vasta
colección de libros tanto de oriente como de occidente, ella acordó con mi
abuelo llevarme cada invierno a las montañas para aprender con el, el arte de
la espada, el combate cuerpo a cuerpo, la caza y la pesca y demás funciones
propias de un hombre de este tiempo, mientras tanto permanecería con ella en
Tokio.
Así transcurrió
el tiempo entre inviernos en las montañas desde que tuve 4 años bajo la tutoría
de mi abuelo y en la biblioteca con mi madre aprendiendo sobre infinidad de
temas e idiomas, así fue mi vida hasta que cumplí 14, para ese momento era ya
un hombre que sabía leer y escribir correctamente, y expresarme de la forma
adecuada, sabia plantar y cultivar mis alimentos, sabia cocinar y tenía los
conocimientos apropiados en el arte de la espada, las artes marciales y la supervivencia
en la naturaleza, todo esto gracias a mi madre y mi abuelo, solo puedo
recordarlos a ellos, los demás miembros de la familia siempre fueron invisibles
para mí y mi madre, a esa edad, mis 14 años decidí empezar a recorrer Japón y en
contra de las recomendaciones de mi madre y los consejos de mi abuelo, me uní a
una compañía de hombres que gustaban de ir viajando por Japón buscando
aventuras a quienes había conocido en el mercado local cuando discutían entre
ellos de si viajar al este o al oeste, y que rutas tomar y demás asuntos, algo había
aprendido entre tantos libros y decidí entrometerme en la conversación y dar
una muestra de mis conocimientos de geografía, cultura e historia, habían
quedado impresionados y decidieron invitarme a viajar con ellos, dijeron que
mis conocimientos les resultarían muy útiles, y así fue, me uní a esa compañía
de aventureros compuesta por Ronins y algunos marineros y ex soldados como mi
abuelo, duramos un año recorriendo Japón, buscando y viviendo aventuras, la única
condición para poder unirme a su compañía era tener mi propia espada, y
desafortunadamente no tenía una, siempre había practicado con espadas de madera
y muy pocas veces con la de mi abuelo, así que decidí hacerme con una espada
como fuera no importaba lo que tuviera que hacer para obtenerla, decidí empacar
todas mis cosas una noche, e ir a un templo que conocía en Tokio, allí había
visto espadas y decidí tomar una de ellas para mí, espere a que cayera la noche
y me dirigí hacia el templo, afortunadamente no había guardias cerca y
afortunadamente nadie en Tokio estaba tan loco como para robar una espada de un
templo excepto yo, así que me deslice entre las sombras y obtuve mi tan
preciada compañera.
"Mi necesidad
de transformar la realidad, era una necesidad urgente, tan importante como las
3 comidas diarias o dormir."
Yukio Mishima.
Luego de un año
de aventuras volví a Tokio, a la biblioteca, allí gracias a los Dioses estaba
mi madre, siempre radiante y serena quien me recibió con brazos abiertos como
siempre lo había hecho desde que vine a este mundo, y yo volví con muchas
historias, muy poco dinero y nada más que una espada que había visto y vivido
aventuras increíbles, la pareja de ancianos dueños de la biblioteca a quienes
yo apreciaba como unos abuelos me recibieron como quien vuelve de una guerra y
me obsequiaron varios libros sobre guerra y aventuras, estos serían mi deleite
en los próximos días por vivir en Tokio, al llegar el invierno decidí ir a las
montañas como siempre para visitar a mi abuelo, lo encontré un poco enfermo,
pero el decía que era pasajero, 5 inviernos después eso que él llamaba pasajero
lo llevo al mundo en donde habitan nuestros ancestros y los Dioses, tuve la
fortuna de despedirme de el pocos días
antes de morir, guarde silencio en su funeral, y así mismo me fui de esa
montaña para nunca más volver, ya nada tenía que hacer allí.
Ya instalado en Tokio
era reconocido no solo por ser el muchacho de la biblioteca sino uno de los más
versados en temas de guerra, armas, historia, política, arte, geografía, magia y ocultismo, entre otros, mi vida habían
sido los libros y Tokio, los libros y salir a la naturaleza a practicar siempre
lo aprendido, y así llegue a mis 20 años, sin hijos, sin esposa, sin fortuna y
con mucho conocimiento, aunque aún no sabía ni en que emplearlo, un día en una
de mis visitas al río cercano a las montañas, conocí a un hombre que gustaba de
la lucha y las artes marciales y apostaba dinero a su favor siempre peleándose
contra pescadores locales, iniciamos una conversación cuando me acerque y lo
felicite por una lucha que había tenido contra dos pescadores, le comente que también
practicaba las artes marciales, pero que me gustaría aprender más de alguien
como él, y allí comenzamos una amistad que duraría muchos años, yo le enseñaba
sobre todo lo que conocía y el me enseñaba todos los métodos de lucha que había
aprendido, le gustaba el alcohol y las mujeres eran su debilidad, pero en el
combate era el más fuerte y hábil que yo haya visto, y así aprendiendo el uno
del otro por espacio de un año, decidimos salir a ver de nuevo Japón y ver que
otras aventuras nos ofrecía.
"Las armas y
las letras pueden recorrer caminos aislados temporalmente, pero al final tienen
que converger en una misma vía."
Yukio Mishima.
Me despedí de mi
madre y de los viejos de la biblioteca con la promesa de volver esta vez un
poco más sabio y tal vez, solo tal vez con algunas monedas de más en mis
bolsillos y menos cicatrices que aquella primer vez que salí a ver el mundo, así
emprendimos la marcha mi amigo y yo, y a los 2 días de camino sucedió algo que cambiaría
nuestras vidas para siempre, dormitábamos a un lado del camino cuando
escuchamos caballos, y decidimos ver que sucedía, y allí en el camino había un
joven que corría hacia nosotros y miraba hacia atrás perseguido por 2 hombres a
caballo quienes alistaban sus arcos y flechas para darle muerte,
instintivamente mi amigo lo tomo por el brazo y lo lanzo a un lado del camino
tomando su espada y enfrentándose a los jinetes armados, yo reaccione y saque
mi espada y puse al hombre detrás mío, el combate fue corto yo diría que fugaz,
mi amigo derribo al primer jinete con su espada esquivando las flechas y yo con
mi katana había cortado el paso del otro de dos movimientos muy rápidos, ambos yacían
muertos a nuestros pies, y nuestro asustado protegido nos veía desde el suelo
agitado y sin poder casi respirar, cuando recobro el aliento nos contó su
historia, era el hijo de un señor muy importante de una aldea cercana y había
sido secuestrado por esos bandidos quienes ya estaban decididos a darle muerte
cuando decidió escapar y así fue que llego a donde estábamos nosotros.
Ambos fuimos
invitados por el a su aldea, no sin negar que esperábamos una generosa
recompensa por nuestra acción, y efectivamente así fue, aquel muchacho que
salvamos era el hijo del señor y maestro de esa aldea y tenía a su servicio 16 Samuráis
expertos veteranos de muchos conflictos, el señor nos recibió amablemente en su
aldea, nos invitó a cenar y allí nos agradeció no solo con dinero sino con una
propuesta de trabajo, seriamos los escoltas personales de su hijo y tendríamos
la oportunidad de aprender con él y los demás Samuráis, así fue como
inmediatamente aceptamos y empezamos a servir a nuestro nuevo maestro y señor y
su hijo, así transcurrieron 5 años, contaba
yo con 25 años cuando el hijo de nuestro maestro decidió irse de viaje a ver el mundo y llevo con él una escolta de 4 Samuráis de confianza, queríamos ir con el pero
nuestro maestro nos pidió que nos quedásemos para otros asuntos de mayor
importancia, su hijo dijo el, estaría bien protegido y además ya era un hombre
que podía defenderse incluso solo.
Los siguientes 5
años fueron de entrenamiento y aprendizaje intenso al lado de nuestro maestro,
me recordaba en muchas cosas a mi abuelo y era lo más cercano a un padre que había
tenido en todo este tiempo, me hablaba como a un hijo y se sentaba largas horas
a escuchar con atención sobre todos aquellos temas de los que yo había
aprendido en la biblioteca en Tokio, así fue que me convertí en su más cercano
consejero y escolta, esto despertó envidias entre algunos Samuráis, pero nunca
paso de allí, mi maestro admiraba a mi amigo en el combate y lo respetaba como
un gran guerrero y decía que a hombres como él no los hacían los Dioses todos
los días y yo sabía que eso era cierto, en la lucha no había ningún otro como
el, no era muy inteligente con temas de estudio, pero tenía buen instinto y era
el mejor con la espada y con las manos, gustaba de embriagarse y de la compañía
de las mujeres, pero siempre cumplía con su deber y decía "estas mujeres me
van a matar un día de estos." Llegamos a convertirnos en los más fieles y
cercanos a nuestro maestro tanto así que jamás olvidare aquel día en que nos llamó
ante su presencia y delante de otros Samuráis nos entregó dos espadas a cada
uno y nos llamó sus mejores Samuráis, así nos había nombrado nuestro maestro, ¡Samuráis!,
el más alto honor al que hubiesen podido aspirar dos aventureros sin futuro.
"Una promesa es
un concepto vago hasta el momento en que entra en juego el concepto de
lealtad."
Yukio Mishima.
Pero la
felicidad es fugaz y así como el sol naciente se eleva hasta lo más alto, así
mismo desciende y desaparece, traiciones internas promovidas por Samuráis
ambiciosos y comprados por otro señor rival, urdieron una trama para asesinar a
nuestro maestro y así fue, el día que su hijo retornaba de viaje él nos envió a
recibirlo, mientras los cobardes aprovecharon y lo mataron a traición, nunca
pudimos perdonarnos el haberlo dejado solo, aun cuando fue una orden tajante de
ir a proteger a su hijo en su llegada. Después de la muerte de nuestro maestro esperábamos
que su hijo tomara las riendas y ejerciera una venganza terrible en la cual estábamos
dispuestos a entregar nuestra propia vida, pero no fue así, reunió a los pocos Samuráis
leales que quedaban y les dio a cada uno dinero y algunos bienes, les agradeció
su servicio y los dejo a su libre albedrío, con nosotros hizo lo mismo, solo
que a nosotros nos entregó un poco más de dinero y unos caballos cargados de
otras cosas, se despidió y así sin más, se marchó para nunca más ser visto. Mi
amigo y yo quedamos sin palabras y con un sentimiento de tristeza que me
acompaña hasta hoy, ya no teníamos maestro, ya no éramos Samuráis, ahora éramos
Ronins.
Decidimos
regresar a Tokio a ofrecer nuestros servicios y a alquilar nuestras espadas ya
no importara a quien, no sin antes jurar que vengaríamos a nuestro señor de una
forma u otra y que nuestro mercenariato sería solo un camino para obtener
nuestra venganza. Así nos pusimos al servicio de mercaderes, turistas, y demás
personajes que buscaban la rápida y efectiva protección de dos hombres hábiles
con la espada, así transcurrió un año, entre ser un empleado de la necesidad de
protección de otros y eternas charlas con mi madre en la vieja biblioteca, ella
mi madre por fortuna seguía con vida, aunque los años ya habían hecho lo suyo
en ella y aunque aún activa, ya no era la misma mujer que recordaba a mis 14.
Todo dio un giro inesperado cuando en una de sus correrías por los burdeles de Tokio
mi amigo cayó bajo una emboscada de viejos enemigos suyos a quienes el ya daba
por muertos, cuando recibí la noticia salí corriendo hasta el lugar en donde yacía
su cuerpo, y ahí lo encontré con un montón de flechas clavadas y su katana aun
en su mano derecha, las lágrimas acudieron de inmediato a mi rostro, pero las
limpie con rapidez, pregunte por los causantes y nadie me dijo nada, tome su
cuerpo y lo lleve en un caballo a lo alto de la montaña allí, entre llanto y juramentos de venganza, lo sepulte con sus
espadas, un funeral solitario solo para él y para mí, digno de un guerrero y su
mejor amigo, ahora no solo era un Ronin, ahora era un Ronin solitario, ya no tenía
maestro, ni amigo, solo me acompañaba el deseo de venganza y autodestrucción.
"Las mujeres
pompas de jabón, el dinero pompas de jabón, la fama pompas de jabón, los
reflejos sobre las pompas de jabón son el mundo en el que vivimos." Yukio
Mishima.
Dedique mis
siguientes dos años a ir de aquí para allá, me inicie en toda clase de vicios,
ya nada tenía sentido para mi excepto, la lujuria, el juego, la guerra, el kaos
era mi ambiente natural, descuide mi apariencia y hasta abandone mis amadas
lecturas, fueron dos años de entregarme a hacer de mi aquello que alguna vez
desprecie, un hombre de vida licenciosa sin ningún propósito honorable. Pero
los Dioses tenían otros planes para mí, aunque a veces dudo de sus buenas
intenciones, ya que nuevamente aprendería una lección a través del dolor, después
de ir y venir, de mujeres y conflictos, de aventuras y peligros, de vicios y
personajes cada vez más desagradables, en una de mis acostumbradas caminatas a
las montañas para entregarme a el vicio de pensar sobre lo irremediable, me encontré
con una bella mujer, o mejor dicho, ella me encontró a mí, ahí tirado al lado de
una roca sujetando mi espada con una mano y en la otra una botella de sake, me
pregunto qué hacia allí solo, yo atine a responder "muriendo"... y ella soltó
una carcajada increíblemente encantadora, fue como un hechizo, me hizo sonreír
sinceramente después de mucho tiempo, y de inmediato mi cerebro hecho mano de
todo mi conocimiento para hacer que esa carcajada retumbara nuevamente en la
montaña, y así comenzó una historia de algo que no sé si haya sido amor, pero era
algo que me hacía muy, muy feliz, como nunca antes lo había sido.
Los siguientes 3
años fueron eso, hacerla reír y reírme, sentir felicidad, sentir que en
realidad solo eso le importaba , que la hiciera reír, sabia mi historia, sabía
que estaba en la ruina, sabia de mis tristezas, sabia a que me dedicaba para
sobrevivir y no le importaba, solo le importaba sonreír a mi lado, fueron 3
años de viajes, charlas, sonrisa y felicidad, embriagarnos y reírnos del mundo
era nuestro vicio favorito, un mundo nunca antes explorado y conocido por mí,
por un Samurái sin amo, por un Ronin que todo lo que había conocido eran
mujeres pasajeras, pasiones de una noche y combatir a muerte. Y así un día como
llego mágicamente, así mismo desapareció, dejándome una carta, con razones que
no plasmare aquí, deseándome lo mejor, sin saber que ella era lo mejor que le había
pasado a alguien como yo, a un Ronin. A veces pienso que no fue real, que fue
producto de un hechizo, una ilusión de algún espíritu siniestro que quería
burlarse de mi, que ya tal vez todo era producto de mi imaginación debido a
tanta muerte y sangre, que era una bruja que se divertía mucho con mi locura y así
debía desaparecer para enseñarme una lección, una lección que aun no comprendo.
"Es
absolutamente erróneo suponer que los demás están en condiciones de comprender
nuestros sentimientos más profundos. Amar es buscar y ser buscado al mismo
tiempo."
Yukio Mishima.
Decidí seguir
caminando, ofreciendo mi espada ya no a quien la necesitase sino a quien lo
mereciera, nuevamente un Ronin en el camino, nuevamente solo, en busca de un
retorno a aquel mundo que solo existe en mi cabeza, y en busca de otro
honorable Ronin que la corte cuando llegado el momento del sepuku escriba mis últimas
palabras, no sin antes haber completado mi venganza, para poder mirar en ese
otro mundo a mi maestro y a mi amigo a los ojos y decir que nuestro honor está
a salvo. Pido a los Dioses morir en combate todos los días, pero al parecer no
me escuchan, porque sigo saliendo victorioso y es un sentimiento frustrante
cuando no tienes con quien compartir tu victoria, ya veremos si los Dioses me
escuchan o tendré que acabar con mi existencia por mi propia mano, pero con mi
honor intacto, mientras tanto seguiré en mi ambiente natural, aquel kaos que
todo me lo ha traído y todo se lo ha llevado.
Los días de los Samuráis están llegando a su fin, vienen nuevos vientos de occidente y al parecer nuestras espadas ya no son necesarias en el mundo moderno, me uniré a uno de los últimos grupos de resistencia Samurái dispuestos a morir por su honor, espero que los Dioses escuchen mi petición, ya sea una muerte gloriosa, o encontrar a alguien digno de cortar mi cabeza.
Los días de los Samuráis están llegando a su fin, vienen nuevos vientos de occidente y al parecer nuestras espadas ya no son necesarias en el mundo moderno, me uniré a uno de los últimos grupos de resistencia Samurái dispuestos a morir por su honor, espero que los Dioses escuchen mi petición, ya sea una muerte gloriosa, o encontrar a alguien digno de cortar mi cabeza.
El camino del
guerrero es un camino solitario, aun cuando se obtiene compañía a lo largo del
viaje, siempre se llega solo a destino. Solo el recuerdo queda de una época mejor
en todo sentido.
"Claro está que
vivir no es más que el caos de la existencia y más aún, es el afán loco y erróneo
de ir desmantelando instante a instante la existencia hasta ver restaurado el
caos inicial."
Yukio Mishima.
En memoria de Hombres y Mujeres Honorables...y de mejores tiempos. 21:30.
Diego A.
Proscrito.
kentaurdosmedias@gmail.com