LOS PORTADORES DEL ANILLO DE LA CALAVERA
Yo, personalmente,
quien narra estos extraños y ocultos sucesos, fui uno de los afortunados y
elegidos por los Dioses en hacer parte de la novena Orden la cual aún se
prepara para su momento crucial, yo fui llevado por los acontecimientos más
increíbles hasta el conocimiento oculto y el secreto atlante, de la manera más
insólita e inesperada me vi perseguido en mi tierra natal al norte de
Suramérica por esbirros de los nigromantes los cuales ahora trabajan para los
distintos servicios de inteligencia del mundo dominado por las fuerzas oscuras,
yo, perteneciente a un grupo de hombres estudiosos del poder de la sangre y las
artes místicas, un grupo de hombres que decidieron defenderse por sí mismos
ante la ineficiencia de esos estados formados por el enemigo, estados sin
justicia y sin respeto por el valor de la sangre, traicionado por cercanos, con
mis más queridos camaradas asesinados por los servicios de inteligencia, y
otros más encarcelados, me vi obligado a exiliarme hacia el sur del continente,
mi primer parada fue Ecuador, allí me refugió un gran camarada en la histórica
casa de un conquistador español quien había pertenecido a la séptima orden, meses más tarde tendría que salir por
motivos de seguridad hacia el Perú, luego ilegalmente entrar a Bolivia, Paraguay, Brasil y de allí, por ultimo a Argentina, fue en esa tierra en
donde la causalidad me puso en manos de una nueva familia, mis nuevos hermanos, quienes al ver
los símbolos tatuados en mis brazos y conociendo mi historia, decidieron
llevarme con alguien que según ellos estaría muy feliz de conocerme. La cita se
acordó en un apartamento de la ciudad de Buenos Aires en sector Palermo, allí
en un quinto piso me conocía con un alto mago Wotanista que provenía de un linaje vikingo antiguo de
conquistadores y guerreros, quien al verme me recibió con el saludo atlante y
luego me dio un abrazo y me dijo: Te estábamos esperando, aunque en inglés,
hablaba muy poco español, era un hombre viejo, de unos 60 años, ojos azules,
barba blanca y cabello largo, de 1,90cms por lo menos y contextura bastante
gruesa, se asemejaba a la imagen de
Santa Claus, pero con actitud totalmente guerrera, portaba una pistola
glock 17 en la cintura y un cuchillo de caza, fue él quien me mostró los
registros y los libros secretos de las 8 antiguas Ordenes de los portadores del
anillo de la calavera, fueron 9 días y nueve noches de historias y pruebas que
demostraban que todo era cierto, el archivo recopilado por este mago era de un
valor increíble, al final de los 9 días, la noche de un viernes de noviembre de
2014, aquel mago me miró fijamente y me dijo: Es el momento, ahora es cuando
debes demostrar lealtad a tu verdadera
sangre, y diciendo esto tomó un maletín y saco
una pistola browning 7.65 modelo 1911, me la entregó junto a dos
proveedores llenos y dijo, ven conmigo, iremos a un lugar en el cual nos
esperan, bajamos al parqueadero y montamos su auto rumbo hacia las afueras de Buenos
Aires, paramos en una parrilla a comer algo en un sector por la panamericana
llamado “Ingeniero Maschwitz”, nos
deteníamos allí para verificar que no nos siguieran los esbirros de los
nigromantes, comimos algo y tomamos un poco de vino antes de continuar nuestro
camino, siempre desconfiados, y con las armas al alcance de la mano para actuar, constantemente mirábamos y vigilábamos
cualquier movimiento o sujeto sospechoso, en Argentina existían organizaciones
dedicadas a la cacería de los miembros de la octava y novena Orden patrocinadas
por los nigromantes, cuando nos cercioramos de que todo estaba bien, procedimos
a continuar nuestro camino, conduciríamos unas 2 horas más, y en algún momento
que no me di cuenta, tomo una ruta alterna, un camino sin pavimento el cual nos
llevó durante media hora hasta una casa en el campo, una casa vieja, pero en
buenas condiciones, oculta por muchos árboles y vegetación, detuvimos el auto
frente a la casa y bajamos, de inmediato salió un anciano a la puerta, rondaría
los 80 años tal vez más, nos hizo un ademán amistoso y nos dijo: Bienvenidos,
los estábamos esperando, pasen.
Al cruzar la
puerta, entendí de que se trataba, allí estaban en una sala alrededor de un
fuego de chimenea 7 hombres todos mayores de 90 años, todos de distintas
nacionalidades, y al saludarlos personalmente, me di cuenta de quienes eran
ellos, eran los últimos sobrevivientes de la octava Orden, los anillos de la
calavera y las runas adornaban sus manos, eran sus últimos días, podía verlo en
su mirada, eran aquellos que habían combatido en esa gran guerra junto a Wotan,
no pude más que expresarles mis respetos y agradecimiento por todo lo hecho en
nombre de nuestra sangre, y uno de ellos, me miró y me dijo con acento entre
español e italiano, ahora es tu momento, y ahí estaba yo, en un país lejano
rodeado de héroes reales, los cuales ahora me trataban como a un igual, de un
momento a otro el mago Wotanista quien me había llevado hasta allí me condujo
hasta un cuarto en donde había un altar en el que reposaban dos velas negras
encendidas y una estatua de Wotan de no más de 40cms en la mitad de ellas, los
viejos guerreros fueron entrando uno a uno en el cuarto y se pusieron alrededor
del altar, todos se habían puesto una túnica negra con capucha, igualmente el
mago quien también me extendía una túnica igual, y habiendo hecho esto sacó un
libro antiguo en otro idioma, un libro escrito por el propio Wotan , y
seguidamente me pidió extender mi mano izquierda sobre el libro mientras
levantaba la derecha haciendo el saludo atlante, fue así que en ese momento
tomé mi juramento y pronuncie las palabras sagradas, allí frente al fuego,
frente a Wotan y sus guerreros, ahora me había convertido en un miembro de la
novena Orden, ahora era uno más de los portadores del anillo de la calavera,
ahora mi vida estaría consagrada a mi juramento, y a la misión secreta que me
encomendaron los últimos miembros de la octava Orden, entré a esa casa en el
campo siendo un hombre común y corriente, y salí de allí convertido en guardián
de un secreto, de un legado inmenso, y
con un anillo en mi mano derecha que me recordaría quien era y para que había
venido a este mundo.
Desde ese
momento he dedicado mi vida a viajar, a encontrar a otros miembros de la novena
Orden y reunirlos, entrenarlos, para así dar paso a nuestra misión, combatir al
enemigo en donde se encuentre, resguardar nuestra sangre, mantener el secreto,
iniciar a los elegidos, para así poder cumplir con el destino de… Los
Portadores del Anillo de la Calavera.
Nuestro Honor es
la Lealtad........( continuara en el momento que deba continuar.)
“Una batalla que termina mal, es una aventura
espiritual que ha tenido éxito.”
Miguel Serrano.
Kentaur
Q.